Estamos acostumbrados a asociar los deportes con la competencia. Y aunque la competencia tiene sus ventajas, la práctica de cualquier deporte tiene más abordajes posibles y, a parte de los ya conocidos beneficios físicos individuales, resulta ser de gran ayuda en la mediación de las relaciones sociales, en la construcción de acuerdos y en la inclusión social. Como colegio que entiende el papel fundamental de la educación en la sociedad, asumimos como nuestra la responsabilidad de ampliar los horizontes de la práctica deportiva a nuestros estudiantes. Los preparamos para que compitan, sí; pero no creemos que competir sea lo más importante de practicar un deporte. De manera individual, los preparamos para se conozcan y autoexijan, para que no se queden en niveles cómodos de rendimiento, para que sepan cuidarse mientras entrenan o compiten, para que sepan que la resolución de la jugada o el partido no está sólo en el conocimiento técnico, o en la resistencia física, sino en el equilibrio emocional y mental. Y para que les quede fácil entender que es importante tener metas y objetivos, pero que hay que construir el camino para llegar a ellos y que las equivocaciones en el camino son tan valiosas como las victorias. De manera grupal, nos interesa que actúen como equipo, que se reconozcan, que sepan cómo cada uno desde sus fortalezas contribuye al resultado y que, como equipo, ganar y perder es una responsabilidad conjunta. Nos interesa también que entiendan el valor social del deporte, por ejemplo, en la inclusión. Cuando compartimos una práctica deportiva estamos en un contexto de igualdad de condiciones que nos permite conectar con algo profundamente humano: el deseo de superar nuestros límites, de dominar una técnica, de ser tenidos en cuenta para algo que nos importa. Y ese deseo no tiene distinción de edad, género, etnia, condición social. En la copa AACBI, en los intercasas en Primaria, en los mundialitos de Bachillerato, en la escuela de fútbol femenimo Tilatá (en la que participan adolescentes de todo el territorio junto con nuestras estudiantes), en nuestra asistencia al partido de las ligas femenina y masculina de fútbol para no videntes, hemos constatado con orgullo que los estudiantes están mejorando sus habilidades deportivas, salen más seguros a jugar, hace rato aprendieron a ser equipo, están afianzando sus habilidades para superar la frustración, celebran con alegría sus triunfos y reconocen el valor de los otros en las competencias.

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