Así estamos transformando el mundo
Hábitos de consumo, precios y valor. ¿Qué tiene que ver la educación con todo esto?
Existe una diferencia fundamental entre el valor de una cosa y el precio de la misma: el valor tiene que ver con el grado de utilidad, la cualidad o el significado e importancia que tiene esa cosa para quien la adquiere; el precio se refiere o a un tipo de valor, el valor en dinero, o al esfuerzo que pagamos por tener esa cosa. Podemos asumir diferentes actitudes frente a la adquisición de las cosas, podemos reducir nuestra relación con ellas a la capacidad de compra: tengo el dinero y compro lo que quiero; también podemos decidir que aunque tengamos el dinero algunas cosas valen la pena ser compradas y otras no; también podemos conciliar la capacidad de compra con el precio o el valor de lo que adquirimos.
Las actitudes que mencioné y otras más que podemos llegar a tener frente a adquirir cosas son decisiones que tomamos nosotros o que alguien más tomó por nosotros y que no fuimos conscientes de ellas ni les hemos dado mayor importancia. La buena noticia es que la educación está en el meollo del asunto: así como fuimos educados para darle valor a ciertas personas, situaciones, cualidades o cosas, podemos educarnos para entender lo que implica tener una actitud de consumo que se reduce a la capacidad de compra. Es esa actitud la responsable de reforzar hábitos de consumo que llenan el planeta de basura y que reducen la existencia humana a la capacidad de adquirir.
Toda esta reflexión para decirles que, llevamos 3 semanas de haber iniciado el segundo semestre del año escolar y, ya hay 86 prendas del uniforme en objetos perdidos que nadie extraña y, por lo menos, 150 prendas de vestir, entre ellas 1 solo tennis, sin hablar de los 20 termos, los 15 contendores de comida, el cuaderno, la carpeta, las moñas, los audífonos y cargadores. ¿Olvidos? ¿Desorden? ¿Descuido? ¿Una actitud de consumo reducida a la capacidad de compra?
Los invitamos a educar en el valor de las cosas y en actitudes más conscientes para consumir. ¡Nuestro armario de cosas perdidas, ubicado en la recepción, los espera!