Aunque la evaluación en cada programa del IB se ajusta a unos requerimientos específicos, que tienen que ver con la edad de los estudiantes, el desarrollo de habilidades y los objetivos a alcanzar, sus principios no sólo trascienden los programas sino que dialogan con nuestra postura institucional frente a la evaluación y enriquecen nuestras prácticas evaluativas.
El término evaluación puede referirse a los distintos modos en que se pueden obtener y sopesar datos respecto al desempeño de un alumno. Sin embargo, no se restringe únicamente a esto: la evaluación también es el punto de partida de la planeación curricular.
La evaluación debería servir para aportar pruebas de que los alumnos han alcanzado los objetivos educativos; es decir, existe una interdependencia de la evaluación y el propósito educativo, que se puede observar en el diagrama que aparece a continuación (del paradigma de Furst, 1958, en Frith y Macintosh, 1984). Si se produce una desconexión entre dos de estos tres elementos, casi con total seguridad la evaluación tendrá poca calidad.

El propósito de la evaluación es servir de base al aprendizaje y la enseñanza. Implica la obtención y el análisis de información acerca del aprendizaje de los alumnos para servir de base a las prácticas docentes utilizadas. Identifica aquello que los alumnos saben, comprenden y pueden hacer en las diferentes etapas del proceso de aprendizaje.
Una evaluación eficaz que logra este propósito ofrece información valiosa para comprender qué constituye el aprendizaje y cómo apoyarlo, y es significativa para todos los miembros de la comunidad de aprendizaje.
Los estudiantes regulan su propio aprendizaje de forma eficaz cuando participan activamente en la evaluación y actúan sobre la base de comentarios constructivos. Esto los ayuda a reflexionar sobre su progreso, establecer objetivos en relación con su aprendizaje y a participar en la toma de decisiones sobre lo que necesitan hacer para alcanzar dichos objetivos.
Los maestros son más eficaces cuando aprenden continuamente sobre lo que los estudiantes saben y pueden hacer. Reflexionan sobre sus prácticas, adaptan su enseñanza en función de los datos, y ofrecen comentarios oportunos, específicos y bien razonados para respaldar mejor el aprendizaje.
Las familias y los tutores legales están más informados cuando comprenden los objetivos de aprendizaje que sus hijos intentan alcanzar y el progreso que están realizando. Cuando apoyan el aprendizaje, amplían la comprensión y el desarrollo de habilidades de sus hijos. Contribuyen al placer de aprender de sus hijos y a su crecimiento como estudiantes exitosos mediante el intercambio de ideas con la comunidad de aprendizaje.
Los colegios se convierten en comunidades de aprendizaje más influyentes cuando utilizan la evaluación como una herramienta para evaluar la profundidad de su currículo y la eficacia de su enseñanza. Toman decisiones orientadas a destinar recursos y apoyo a las prioridades y necesidades de desarrollo profesional más apremiantes.
Una buena evaluación es…
Los aspectos que el IB vincula con una buena evaluación se pueden resumir como:
1. Apoyo a los objetivos curriculares
La evaluación debe fomentar la buena enseñanza (repercusión positiva), debe ser previsible y no se debe considerar como una actividad separada de la enseñanza y el aprendizaje.
El IB parte del principio de que el diseño de las evaluaciones debe fomentar los resultados educativos más deseados para los estudiantes. Los efectos sobre el aprendizaje de los estudiantes continúan siendo una consideración esencial en el diseño de las evaluaciones y, junto con la pertinencia del constructo (es decir, evaluar lo correcto), son la prioridad del IB para decidir cómo encontrar el equilibrio entre los distintos elementos de la validez.
El término predictibilidad designa la capacidad de estimar qué sucederá o cuándo sucederá algo. En el ámbito de la evaluación, esto se refiere a la capacidad de los colegios para determinar qué preguntas aparecerán en los exámenes y cuándo. Es fundamental que las prácticas del IB en materia de evaluación tengan una buena predictibilidad, ya que, al cumplir este principio, el IB muestra que respeta los requisitos de sus constructos tal como se publican para los profesores, lo cual da pie a una oportunidad de evaluación “justa” en lo referido al cumplimiento curricular. Lo que el IB haya dicho que se va a evaluar, se evaluará. El principio subyacente es que nada debería ser una sorpresa para el estudiante.
2. Uso de una variedad de tareas de evaluación
Una pregunta de opción múltiple, una pregunta de respuesta corta, una pregunta de respuesta extensa, un ensayo, un proyecto, un trabajo de carpeta o un trabajo de investigación son ejemplos de tareas de evaluación.
Un instrumento o componente de evaluación consta de una o más tareas que se reúnen por motivos de continuidad temática o de contenido, o por conveniencia. Los instrumentos o componentes de evaluación pueden adoptar la forma de una prueba de examen, una carpeta, un proyecto o un trabajo de investigación. Los conceptos de componente y de tarea de evaluación se solapan. A veces, un estudiante puede realizar para un componente una sola tarea de entre varias a elegir.
Existen también consideraciones de validez, relativas a la adecuación al propósito, que exigen un enfoque variado de la evaluación. La variedad de técnicas de evaluación contribuye a reducir la posibilidad de falta de equidad en la evaluación (Linn, 1992; Brown, 2002). La gama de componentes del modelo de evaluación de una asignatura y el conjunto de tareas inherentes garantizan una representación adecuada de los logros del estudiante con respecto a los objetivos específicos de esa asignatura.
3. Consideración de las competencias más amplias del estudiante y de las habilidades de pensamiento de orden superior
La educación del IB aspira a lograr mucho más que el simple aprendizaje de “hechos” por parte de los Estudiantes. Este arraigado objetivo del IB se refleja actualmente en iniciativas como las que adoptan diversos gobiernos para dotar a los estudiantes con habilidades del siglo XXI y competencias laborales.
La filosofía del IB y su enfoque acerca de las competencias del estudiante se centran en el perfil de la comunidad de aprendizaje del IB y su relación con la mentalidad internacional.
Una buena evaluación tiene en cuenta toda la variedad de resultados que el curso pretende lograr y permite que los estudiantes demuestren sus habilidades en dichos resultados. Sin embargo, con frecuencia sólo resulta deseable o factible medir una pequeña parte de los resultados, y una evaluación de buena calidad también equilibra estas limitaciones. Para el IB, el mejor sistema consiste en categorizar estos resultados en función de las habilidades de pensamiento de orden superior, de las competencias más amplias de los estudiantes, y de su relación con la mentalidad internacional. Así, el objetivo de las evaluaciones del IB es medir las habilidades de pensamiento de orden superior que son la capacidad de evaluación y la capacidad de análisis, y no la simple facultad de memorizar conocimientos. Las capacidades de análisis, síntesis y evaluación de los estudiantes sólo pueden valorarse adecuadamente si se les exige analizar, sintetizar y evaluar con cierta amplitud. Las pruebas que solo premian la capacidad de memorizar conocimientos, conceptos y técnicas cotidianas no resultan adecuadas al propósito de la educación del IB.
Los estudiantes que viven los programas del IB se encuentran en numerosos países y tienen una amplia variedad de nacionalidades. Además de los objetivos académicos de nuestros programas, el IB pretende que los estudiantes se formen como “jóvenes solidarios capaces de contribuir a crear un mundo mejor y más pacífico, en el marco del entendimiento mutuo y el respeto intercultural” y alentarlos a “entender que otras personas, con sus diferencias, también pueden estar en lo cierto” (declaración de principios del IB, 2002). Por lo tanto, en la enseñanza del IB hay un contexto internacional y un propósito de comprensión intercultural, y ambos elementos deben reflejarse en la evaluación.
Esperamos que la definición, el propósito y las características de una buena evaluación en el IB te dejen con preguntas, que iremos respondiendo, en la medida en que te contemos con detalles cómo se traduce toda esta teoría a la cotidianidad de las prácticas educativas, en cada programa.