Somos dueños de la escritura y esta nos separa del resto de los seres vivos que habitan este planeta. A su vez, la escritura nos ha complejizado la tarea de ser y de estar en este mundo, ya que se convirtió en una herramienta para verbalizar el cuestionarnos, el reflexionar y la celebración de nuestro paso por la Tierra.

Bienvenidos nuevamente al Concurso de literatura Mónica Bravo, este año los invitamos a relatar El Viaje, la pérdida y el encuentro, vistos como la opción de redireccionar nuestra existencia a partir del punto de quiebre que nos lleva a no encontrar con claridad el camino o nos desvía de la meta final. Los invitamos a que las formas literarias sean el conducto por el cual nos arriesgamos a tejer una historia que conlleve la posibilidad de contar y cantar el desvío del camino.

Están todos cordialmente invitados a participar en esta nueva versión del concurso de literatura de nuestro colegio Tilatá. Ven y descubre en la creación literaria tu voz e inventiva, aprovecha este espacio para compartir tus historias, reflexiones y emociones en torno a esta profunda experiencia.

«No sé dónde me he perdido

ni por quién. No sé si es cierto

que es otra forma de olvido.»

Giovanni Quessep

BASES DEL CONCURSO

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JURADOS

Texto de motivación

Muchas cosas habían pasado en mi vida, me sentía cansado, mi cuerpo no respondía a las órdenes que le daba mi mente que, a decir verdad, no parecían tener coherencia alguna. Me sentía perdido y mi alma lo reflejaba, parecía que habitara un mundo diferente, desde la escotilla de mi nave observaba las estrellas que pasaban a mi lado, estaba solo, todos en la tripulación estaban muertos o desaparecidos de manera inexplicable, aún no entiendo cómo alguien se puede perder en una caja de sardinas que deambula por el espacio. Hacía ya mucho tiempo que había perdido comunicación con la base, la radio no respondía y me encontraba abandonado a mi suerte, avanzando hacia lo que sería un inevitable encuentro con lo desconocido. Me senté junto a un árbol esperando encontrar alguna respuesta en el mapa que tenía en las manos, era inútil, todo era igual incluso allí. Hice otro intento con la radio pero fue en vano… estática era todo lo que escuchaba. Decidí levantarme y seguir el camino, quizá encontrara un río el cual seguir o alguna tribu indígena aún no descubierta que hiciera de mi su cena o el sacrificio para uno de sus dioses.

Avancé por entre los tupidos arbustos, buscando un lugar firme donde pisar, el olor de las Moenas que me rodeaba me recordó su perfume, aún no la olvidaba… No estaba seguro del momento en que había perdido la razón: quizá fue al conocerla, su olor me sedujo y absorbió mi lucidez, desde el momento en que acercó su mejilla a mi rostro supe que no tendría voluntad, que su fuerza me impulsaría a saltar al vacío de sus brazos; quizá fue al verla partir, al sentir que mi mundo se volvía pedazos tras la puerta que cerró al partir; quizá fue en el momento en que recorrí las calles de aquella inmensa ciudad sin alma, sin sentimientos, movida solo por un espíritu de productividad, por un afán incontrolable de sus ciudadanos por llegar a un lugar que ni ellos mismos conocían lo que me hizo sentir abandonado por un mundo que no contaba conmigo. Sentí náuseas, intenté bajar del autobús que lentamente recorría ese laberinto de calles abarrotadas de entes sin alma, sin embargo, el penetrante olor de la gente que se abarrotaba en los pasillos me hizo perder el sentido…

Perderse, no encontrarse, extraviarse, no encontrar el camino, ingresar a un laberinto, en la psique sin fondo, saltar al vacío, ser o no ser, Shakespereano o no, estar o no estar… el hombre, ese inmenso abismo que nunca podremos conocer.