Transformando la experiencia en obra
La pregunta por la relación entre el arte y la vida ha atravesado, de principio a fin, la historia de la literatura occidental. Desde hace más de dos mil años, cuando Aristóteles planteó en su Poética la idea de la representación como factor esencial de la creación poética, un sinnúmero de autores han intentado determinar si el arte imita la vida, o si acaso es la vida la que busca incesantemente imitar al arte. Pero, ¿y si esta vieja dicotomía no fuese más que un falso dilema? ¿No existe para la literatura otra manera de relacionarse con la vida; un destino distinto a ser mapa o ser espejo?
Habitamos un mundo a la vez propio y ajeno; nuestras vivencias son siempre tan nuestras como de otros, y el actuar de cada ser repercute inevitablemente en el de todos los demás. Contar no es, entonces, el mero acto de nombrar lo que fue, sino también –y quizás sobre todo– aquello que no fue, aquello que pudo haber sido, aquello que habríamos querido que fuera y, en fin, aquello que sólo podrá ser cuando toma forma ante la hoja en blanco. Con cuánta angustia se enfrenta el poeta a la labor de escribir. Para el otro, para el que mira desde la barrera el acto creador a través del lenguaje, pareciera un ejercicio fácil de poner aquí y quitar allá y saberse de memoria las normas ortográficas y gramaticales. Pero no, ese es apenas el inicio de una actividad liberadora de usar su experiencia, convertirla en letras y desde allí elaborar su interpretación del mundo.
En el marco de la décima edición del Concurso de Literatura Mónica Bravo, el área de Lengua y Literatura del Colegio Tilatá los invita a transformar la experiencia en obra, a crear desde y hacia la propia vida, como punto simultáneo de partida y de llegada del arte. Querido escritor: comparte en este espacio del Concurso de literatura Mónica Bravo cómo has atravesado el mundo y sus vicisitudes, cómo tus experiencias son susceptibles de convertirse en molde para poemas, cuentos, monólogos y cómo la palabra se convierte en esa madre acogedora y atenta que siempre está ahí para curarte.
Transformando la experiencia en obra
La pregunta por la relación entre el arte y la vida ha atravesado, de principio a fin, la historia de la literatura occidental. Desde hace más de dos mil años, cuando Aristóteles planteó en su Poética la idea de la representación como factor esencial de la creación poética, un sinnúmero de autores han intentado determinar si el arte imita la vida, o si acaso es la vida la que busca incesantemente imitar al arte. Pero, ¿y si esta vieja dicotomía no fuese más que un falso dilema? ¿No existe para la literatura otra manera de relacionarse con la vida; un destino distinto a ser mapa o ser espejo?
Habitamos un mundo a la vez propio y ajeno; nuestras vivencias son siempre tan nuestras como de otros, y el actuar de cada ser repercute inevitablemente en el de todos los demás. Contar no es, entonces, el mero acto de nombrar lo que fue, sino también –y quizás sobre todo– aquello que no fue, aquello que pudo haber sido, aquello que habríamos querido que fuera y, en fin, aquello que sólo podrá ser cuando toma forma ante la hoja en blanco. Con cuánta angustia se enfrenta el poeta a la labor de escribir. Para el otro, para el que mira desde la barrera el acto creador a través del lenguaje, pareciera un ejercicio fácil de poner aquí y quitar allá y saberse de memoria las normas ortográficas y gramaticales. Pero no, ese es apenas el inicio de una actividad liberadora de usar su experiencia, convertirla en letras y desde allí elaborar su interpretación del mundo.
En el marco de la décima edición del Concurso de Literatura Mónica Bravo, el área de Lengua y Literatura del Colegio Tilatá los invita a transformar la experiencia en obra, a crear desde y hacia la propia vida, como punto simultáneo de partida y de llegada del arte.
Querido escritor: comparte en este espacio del Concurso de Literatura Mónica Bravo cómo has atravesado el mundo y sus vicisitudes, cómo tus experiencias son susceptibles de convertirse en molde para poemas, cuentos, monólogos y cómo la palabra se convierte en esa madre acogedora y atenta que siempre está ahí para curarte.